Sí señores, Lost, osea Perdidos, esa fantástica serie de personas tiradas en una isla paradisiaca… eso ha sido Krabi (sin osos polares, monstruos misteriosos y viajes en el tiempo, por supuesto). Bueno, empiezo desde el principio: en Phuket contratamos el barco rápido hacia Krabi por 650 Bth cada uno. A las 7 de la mañana lo cogíamos, era el típico barco que se hunde, lleno de mochileros tumbados por encima de la cubierta. Nada, en 1 hora media ya divisabamos la isla, con los peñascos que parecen columnas de piedra sobre el mar y todo el verde que te puedas imaginar. Cojimos el hotel en la zona de Railay, que es la más tranquila de todas, ya habíamos tenido suficiente marcha en Phuket. Según la guía de Lonely Planet, la playa de Railay es la más bonita de toda Tailandia. Al acercarnos a la costa nos recoje una patera para dejarnos en la playa, ¡atención al video!. Bueno, nos deja en la orilla, para bajar nos teníamos que meter en el agua, ya nos ves con las mochilas y los zapatos en la mano. Camilo padre por casi se escoña saltando al agua desde la punta (la zona mas alta de la barca), en su linea. Madre mía, nos habían dejado en una playa, ponte a buscar el hotel. En esta zona hay una calle, sólo una, se llama Walking Street, lo demás son todo senderos. Preguntamos a un tirado de por ahí a ver donde está el Diamonds Cave Hotel, nos dice sigue este camino y lo encontrarás. Vamos pa´allá, este camino es de tierra, en medio de la jungla (en cualquier momento esperas ver un helicóptero estilo guerra de Vietnam), con monetes en los árboles, etc. No hay coches, muy fuerte. Lo conseguimos, dejamos los trastos y nos vamos directos a la piscina, que llevabamos una sudada de la caminata por la selva que no veas. Los únicos restaurantes que hay son los de los pocos hoteles que hay por la zona. Cami y yo descansamos toda la tarde mientras Linita y Camilo exploraban un poco. De noche fuimos a la playa a cenar y luego tomar algo tirados en la arena. Nos pedimos unos Coco Locos por los que nos clavaron 1000Bth, que resultaron dar unas buenas Cacas Locas. Era tan increible, con velas por la arena y tantas estrellas… pfff demasiado. Luego a mi se me cortó el rollo con las cucarachitas que cruzaban las esterillas, es lo malo de la naturaleza, los putos bichos. No veas para volver al hotel por los caminitos, sin luz, bichos jungláticos haciendo ruidos… un acojone estilo Blair Witch Proyect importante.
A la mañana siguiente debìamos hacer la excursión para hacer snorkel por Phi Phi, pero esta isla es tan genial que pasamos, desayunamos y nos fuimos a nadar un ratito. No sé de que está hecha la arena de aquí, pero no quema con el sol, es super suave. La playa está dividida en dos partes unidas por una mini montañita. Para cruzar tienes que escalar, sí escalar, nada de un par de piedras y tal, hay que hacer de cabra. Por el camino nos encontrabamos con escaladores profesionales, con sus arneses y sus cuerdas colgados de las paredes. Esta isla es el destino Top Ten de los escaladores, está lleno, y además ofrecen cursos a muy buen precio. Esta parte es mucho más tranquila, si cabe, que la otra, y hay unas paredes impresionantes. Comimos mirando como subían. Luego pillamos unas tumbonas y a hechar la siesta. Una chica nos trajo una invitación a una fiesta escrita en una hoja, super hippie. Aquí la gente es muy de buen rollo, menos el servicio culinario, se hacen un lío y tardan un huevo, Camilo padre se ha estresado muchísimo con esto. Cuando recogíamos para irnos a nuestra playa, antes del atardecer, que sinó no se ve y te matas, un tio nos ofreció un poco de cachimba, esta isla huele a marihuana, pero pasamos ya que teníamos que hacer la escaladita y fumados no puede ser bueno nunca. En nuestra zona nos sentamos delante del mar y vimos la puesta de sol, alucinad con el video. Despues nos fuimos directos hacia el hotel, con la aventura de la noche anterior tuvimos bastante. Allí cenamos unos calamares exquisitos (siempre pedir sin picar, que les gusta más la guindilla que a un tonto un lápiz). Había un ambiente estilo años 60 pero reggea. Muy psicodelico todo, pulseritas, rastafaris… todo auténtico. Y bueno, nos hubiera encantado estar más días, porque de verdad que es un paraiso, pero a la mañana siguiente nos vamos a las siete hacia el aeropuerto de Phuket, rumbo a Bangkok. Actualizaremos más a menudo, ¡lo prometemos!
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